Argentinas dicen basta a la violencia de género

Es que el machismo está arraigado en prácticas que van desde lo político, lo religioso, llegando hasta tradiciones educativas ancladas en el sexismo, sin contar con las desiguales condiciones socioeconómicas a las que somos condenadas las mujeres no sólo en Argentina sino en todo el mundo.
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Women march in front of the Congress building during a demonstration under the motto 'Ni una menos' (Not One Less) against feminicide (a sort of genre violence consisting in the murder of women) in Buenos Aires, on June 3, 2015. AFP PHOTO / Juan MABROMATA (Photo credit should read JUAN MABROMATA/AFP/Getty Images)
Women march in front of the Congress building during a demonstration under the motto 'Ni una menos' (Not One Less) against feminicide (a sort of genre violence consisting in the murder of women) in Buenos Aires, on June 3, 2015. AFP PHOTO / Juan MABROMATA (Photo credit should read JUAN MABROMATA/AFP/Getty Images)

Miles de argentinas indignadas por el mal funcionamiento de las instancias institucionales y judiciales que debieran defenderlas de la violencia de género marcharon este jueves por las calles de la ciudad convocadas por diversas entidades defensoras de sus derechos.

La marcha que fue multitudinaria tuvo su punto de concentración en el Congreso de la Nación donde se leyó un petitorio a las autoridades para que se cumpla en su totalidad la ley 26485 contra la violencia, sancionada en el 2009 pero aún no totalmente reglamentada, seis años después de su creación.

La realidad es que una mujer muere en Argentina cada 30 horas.

La cifra la aporta la ONG privada "La Casa del Encuentro" ante la falta de datos oficiales, que se suponen incluso superiores a números que publica la organización, clave en la redacción del petitorio que reclamó además la elaboración de un registro de estadísticas oficiales, la creación de fueros regionales especializados en violencia con competencia en materia civil y penal y la asignación de recursos para implementar la ley, así como la incorporación de la temática en todas las currículas educativas y la creación de un Ministerio de Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres.

Por otra parte la Presidenta Cristina Kirchner, quien apoyó en las redes la marcha, enfatizó en un discurso oficial inaugurando la ampliación de un hospital en la provincia de Mendoza, que "el Estado debe llegar a cada rincón del país y de la Patria para generar derechos".

Pero si hay un lugar en el que Estado aún nos debe derechos es precisamente en el de la igualdad y el respeto de género. En este sentido, muchas feministas reclaman a Kirchner la escuálida presencia del Estado en la temática durante su gestión.

Los medios, que tienen también amplia responsabilidad en la difusión de la temática, hicieron públicas en las últimas semanas campañas que convocaban a la movilización de parte de diversas entidades y agrupaciones políticas, mostrando un cartel que rezaba #NiUnaMenos en manos de figuras públicas con acceso a medios y redes sociales.

Pero el papel de los medios es también controvertido, pues en ellos existen shows televisivos, telenovelas, incluso noticieros, en donde el rol de la mujer se somete al poder masculino en el mejor de los casos o bien es denigrada por la exhacerbación de un modelo estético al que casi ninguna logra acceder, entre otras contribuciones negativas a la igualdad y el respeto de género.

Un tema aparte ha sido la reacción masculina a la movilización. Algunos sobreactuaron una adhesión que olvidarán apenas pasado el furor social, otros apoyan genuinamente y muchos se manifestaron quizás sólo animados por el oportunismo electoral y en este caso social, dada la visibilidad y masividad de la marcha.

En todo caso, lo que es bien genuino es que aquí las mujeres se mueren (feminicidios), se violentan y se discriminan. Las miles de personas que marcharon en todo el país así lo demuestran. Tanto como las réplicas que estos reclamos sumaron en países vecinos e incluso Miami, independientemente del furor que se generó en la redes sociales.

Contexto

A las claras se ve que la problemática de género no es en Argentina una temática que se incluya dentro de la agenda derechos humanos y tampoco es prioritaria.

"Por algo será" (fatídica frase acuñada por los militares de la dictadura pero que en este caso cobra sentido) que nuestros políticos se desentienden de esta dramática situación que afecta como una epidemia a las mujeres, adolescentes, niñas y niños argentinos.

Esporádicamente los medios publican denuncias de violencia de género perpetuadas por algunos políticos, aunque las sentencias nunca se conocen, acaso porque no se dictan. Es que el machismo está arraigado en prácticas que van desde lo político, lo religioso, llegando hasta tradiciones educativas ancladas en el sexismo, sin contar con las desiguales condiciones socioeconómicas a las que somos condenadas las mujeres no sólo en Argentina sino en toda Latinoamérica y el mundo.

Hay que decir también, que los casos más resonantes de violencia y feminicidios se vienen dando en la población más jóven y adolescente, con aterradores finales que los medios bien difunden, aunque muchos se preguntan si estos estados públicos no afectan la reproducción de estos hechos por el llamado efecto contagio. Nada está probado, salvo que la violencia no cesa.

Personalmente creo que mientras el Estado no se comprometa a reglamentar la ley y a hacer que la justicia vele por su cumplimiento, no podremos vivir en paz con esta problemática que tiene profundas raíces culturales y educativas que no han cambiado en las últimas décadas, en especial, desde el regreso de la democracia (1983). Las cifras así lo demuestran. Y averguenzan. Acaso más a las que nos indignamos-y reclamamos- y menos a los que las ignoran.

Seguramente, agazapados en la ignorancia, la cobardía y la enfermadad, miles de violentos estos días callan su patología para atacar cuando las luces de la visibilidad mediática y social se apague.

Por eso mis líneas hoy son breves. Porque para mí la temática es una obligación social permanente, igual que para otras tantas periodistas y militantes sociales. Lástima que mientras la política no asuma su responsabilidad, seguiremos sacrificando mujeres. Empoderarnos y seguir reclamando parece ser el único proceso posible, en Argentina y en todo el mundo. Porque este tipo de barbarie no conoce fronteras.

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