
Es imposible saber a ciencia cierta saber. Digamos, se estima.
Todos los números que tenemos son estimaciones, y yo en esto, le doy la razón a la reconocida activista Jada Pinkett Smith quien escribió hace algunas semanas que hoy día pasan los 20 millones el número de personas que siguen siendo compradas, vendidas y forzadas a trabajar como esclavos en todo el mundo todos los días.
Parece ser la cifra que más se acerca a la realidad mundial, a partir de datos que dan la sociedad civil, los periodistas y los activistas, puesto que en muchos países no constan registros oficiales de personas desaparecidas, ni de víctimas de trata.
Hace un par de posts les conté que esa cantidad que estima Pinkett Smith es un poquito más de la población que tenía en 2011 Chile y sobrepasa en 10 millones a la población que tiene Bolivia hoy día. Un dato más para agregar a esto es que la ONU dice que la trata afecta prácticamente a todos los países del mundo, ya sea como punto de origen, tránsito o destino, y que en 137 Estados se ha explotado a víctimas de por lo menos 127 países.
Como me cuesta imaginar que gente engañe a mujeres, hombres y niños de todos los rincones del planeta y los sometan diariamente a situaciones de explotación, que va desde la explotación sexual hasta trabajo forzoso, servidumbre doméstica, mendicidad infantil o extracción de órganos.
Me cuesta imaginar que alguien pueda hacer eso a otra persona, a un semejante, y que los medios para llevar a cabo estas acciones sean la amenaza o el uso de la fuerza u otras formas de coacción, el rapto, fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad.
Como también me cuesta- parece que todo me cuesta mucho- pensar que en algunos lugares niños y niñas son secuestrados bajo esos métodos- o muy similares- para convertirse en soldados y esclavos de una causa que no entienden, ni conocen, ni debiera importarles. Ellos son los niños soldados, los jóvenes combatientes, las víctimas y victimarios.
Además de ser forzados a alistarse, a entrenarse bajo métodos sanguinarios, y a trabajar en condiciones precarias, también y especialmente las niñas, son obligadas a actuar como esclavas sexuales, a favor de miembros del batallón. Esto sin contar que son obligados - tanto niñas como niños - a ejecutar atrocidades bajo amenaza de castigos terribles.
En la actualidad, en el mundo existen aproximadamente 300 mil niños soldados. El caso emblemático en nuestra región es el de las FARC en Colombia que secuestraron (y secuestran) niños y los pusieron (y ponen) a su servicio para pelear y matar. Pero si hacemos memoria: también fue un método que se utilizó en varios puntos de América Central y en el Perú.
Hace algunos meses, la periodista Natalia Springer de Colombia publicó un inquietante estudio sobre la situación de los niños soldados en el país, revelando que son reclutados en promedio, alrededor de los 12 años.
"La mayoría son varones (57%), pero el reclutamiento de niñas (43%) crece precipitadamente. Uno de los resultados más preocupantes señala la extrema vulnerabilidad de los pueblos indígenas: un niño indígena tiene 674 veces más posibilidades de verse directamente afectado por el conflicto armado o de ser reclutado y usado por un grupo armado ilegal o una banda criminal que cualquier otro niño," se lee en El Tiempo.
Estos niños no se pueden escapar, so pena de ser asesinados; no pueden dejar de cumplir órdenes, so pena de ser castigados con dureza y sometidos a sesiones de tortura. En muchos casos- o la gran mayoría, son drogados. Esto lleva a que pierdan la noción del tiempo, del peligro y del valor de la vida.
Según dice Spriger, no menos de 18.000 niños y adolescentes están vinculados hoy a grupos armados ilegales y organizaciones criminales en Colombia. Estos niños también son esclavos, y a ellos también debemos rescatarlos, con el terrible dolor que implica que varios de ellos además de ser víctimas, sean victimarios.
Cuando me puse a escribir este blog, encaré una búsqueda tímida de información para poder sustentar lo que yo sentía y presentía sobre la esclavitud moderna. Pero a medida que fueron siendo publicados mis posts, llegaron a mis manos y a mi inbox información artículos, testimonios y fallos muy interesantes, que no dejaré de lado. Amén de las cartas y notas de apoyo que he recibido de familiares de víctimas y de activistas, algo que me ha llenado el corazón y a lo que respondo con mucho amor desde este humilde lugar.
¿Cuándo aprenderemos a protegernos?
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