Salven a Josh: compañía farmacéutica niega remedio que le salvaría la vida

Salven a Josh: compañía farmacéutica lo condena a muerte

En un gabinete cerrado con llave de un laboratorio médico en Durham, Carolina del Norte, existe una medicina, brincidofovir, que podría salvarle la vida a Josh Hardy. Es una medicina experimental, aún no aprobada para lanzarse al mercado. La farmacéutica que fabrica el fármaco ha recibido el pedido oficial de dispensarle la dosis que Josh necesita para vivir.

Y oficialmente, abiertamente, ante las cámaras y en entrevista con su director general, se ha negado.

¿Qué dice Josh?

No puede decir mucho. Es un niño de siete años. Sus padres piden ayuda. Han creado un sitio en Facebook: SaveJoshHardy con casi 14,000 adherentes, y un hashtag en Twitter, #SaveJosh. La familia vive en Fredericksburg, Virginia.

Yace - explica CNN - en una unidad de cuidados intensivos en Memphis. Vomita sangre cada varios minutos. Su familia está a su lado, sin saber qué hacer, sin poder hacer nada para salvarle. Un virus le está carcomiendo el cuerpo, y su corazón e hígado están a punto de fallar. Desde los 9 meses ha sufrido de diversas formas de cáncer, empezando con los riñones. El mal que sufre actualmente fue causado por una infección lateral de un adenovirus.

Kennet Moch es el presidente y CEO de Chimerix, explica que el tiempo que podrían dedicar para salvar a Josh significará que se atrasarán en sus esfuerzos por introducir la medicina al mercado.

"Me siento horrible", dice Moch al reportero, y con el corazón partido. No dice por qué.

La Agencia de Alimentos y Drogas (Food and Drug Administration), según los lineamientos que se pueden leer aquí, establece que "si alguien tiene una enfermedad que amenaza inmediatamente su vida y todos los otros tratamientos fracasaron, puede pedir a una farmacéutica un medicamento experimental que está bajo estudios y aún no fue aprobado".

Si la farmacéutica accede, la FDA puede aprobar el caso específico. Se llama "uso por compasión".

No es un caso aislado. Solo en el año fiscal 2013, la FDA aprobó 974 casos.

Pero muchas veces dicen que no, como en este caso.

Es cierto que el atraso en el ingreso al mercado puede causar problemas: pérdidas en las inversiones de las empresas. Cuando se trata de medicamentos nuevos, pueden haber invertido muchos millones de dólares en el desarrollo. Cada día adicional, les cuesta. Quieren llegar al mercado con el brincidofovir en 2016, o antes. Cada caso especial los atrasa. Su ganancia se reduce. De eso se trata.

Así lo siente mucha gente. Se han creado campañas para tratar de convencer a Chimerix. La administración dice que recibió amenazas y se coloca en plan de víctima. En vano. El mismo Moch dice que él también es padre, pero qué se le va a hacer.

Las expresiones de apoyo a Josh se multiplican a cada hora en internet:

@chimerix organizations like you represent all that is wrong with today's society. The world is watching. #savejosh pic.twitter.com/JvbrjMzusb

— andrewkm (@EcoCityCraft) March 11, 2014

El costo para la empresa, dice CNN, para salvar a Josh - aun sin nadie ayuda - es de unos 50,000 dólares, además de tener que dirigir personal a "uso compasionado" del remedio. La empresa tiene solamente unos 50 empleados. Si fuese uno, dice el presidente y CEO, pero después de Josh vendrán muchos.

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No es tan simple. Entre 2009 y 2012, la empresa dice que sí aprobó suministrar el medicamento fuera del ciclo regular y antes de que éste fuese aprobado. Lo recibieron 451 personas. Pero en ese entonces, se justifica Moch, cada paciente representaba un estudio, información adicional para los médicos investigadores.

Pero ya no necesitan nada de Josh. Ya saben lo suficiente. Y lo ignoran.

Los médicos en el hospital de niños St. Jude en Memphis, Tennessee, han estado pidiendo la droga desde el 12 de febrero. Cada vez les dicen que no. La razón, según los distintos ejecutivos con los que se toparon en sus ruegos, es que la fábrica no tiene cantidades suficientes de la medicina para dispensársela a un enfermo.

No es todo. Hay un motivo adicional, que no mencionan. El caso de Josh es tan grave, que la medicina podría fallar. Así lo explica Art Caplan, especialista en bioética en al Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York.

Si fracasa, el público desconfiará del brincidofovir. Los inversores se echarán atrás. Y la FDA podría no aprobar finalmente el fármaco.

Josh, dicen sus padres, tienen los días contados. Quizás las horas.

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