Mi vida como travesti

Esmalte de uñas verde, blanco y rojo para representar a la bandera mexicana, alternando esos colores en cada dedo del pie. El esmalte debe secar y endurecerse para la función de la noche.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

2015-03-19-1426740188-9978588-OrquideasSinging.jpg
"Dolores" cantando "No me platiques más" en Orquídeas a la Luz de la Luna, dirigida por Sándor Menéndez, producida por Aguijón Theater.

Empieza los viernes en la mañana. Esmalte de uñas verde, blanco y rojo para representar a la bandera mexicana, alternando esos colores en cada dedo del pie. El esmalte debe secar y endurecerse para la función de la noche.

En la oficina, nadie nota que la transformación ya ha empezado. Los calcetines y zapatos lo ocultan, pero en mi mente los colores y las imágenes de contoneos me invaden paulatinamente.

Pero la metamorfosis efectiva empieza hacia las 7 p.m. en un sótano al oeste de la ciudad de Chicago, frente a un tocador cubierto de lápices, delineadores, sombras y demás artificios de maquillaje. La mesa, alumbrada por un sinfín de bombillos se refleja en espejos que rodean el camerino del teatro.

Dolores del Río, o mejor dicho, el actor que interpreta a un transformista que interpreta a una pobre chicana quien cree ser Dolores del Río debe pasar de ser un peruano de 68 kilos y de un metro ochenta de estatura a una estrella glamorosa, exacerbada, exagerada, desmesurada.

"Orquídeas a la Luz de la Luna" de Carlos Fuentes publicada en 1982 relata la vida de dos mujeres mexicanas que se mudaron a Venice, California, transformaron ese suburbio angelino en la Venecia italiana de sus delirios, y cuyas vidas se manifiestan a diario a través de las películas de las dos divas mexicanas más famosas de la historia: Dolores del Río y María Félix. La primera, quien inició su rutilante camino de estrella en el Hollywood del cine mudo de los años veinte, pasó de ser belleza exótica y silente a angloparlante; de sex symbol a "india comanche", tal como es descrita en la pieza teatral. La segunda, más bella que el más insoportable de los éxtasis negó cruzar la frontera al norte y desarrolló su carrera en México, Francia y España convirtiéndose en un mito.

2015-03-19-1426739496-1083828-OrquideasBefAfter.jpgSer bella no necesariamente implica haber nacido con tal cualidad sino crearla para que los demás se la crean. Hay que prestar mucha atención al detalle minucioso, a la línea seductora, al color apropiado. Se empieza con base de maquillaje, seguido por delineado de ojos, lápices blanco y negro, marrón para unas cejas pobladas, fucsia para unos labios que sufren de delgadez natal. Luego sigue el colorete, las chapas, las sombras marrones y gris oscuro, los blancos y pardos para esconder una barbilla prominente y resaltar unos pómulos tímidos.

Esta máscara que esconde al hombre que se disfraza de mujer que interpreta a una chicana que cree ser estrella es otra capa más, tal como vivimos nuestra vidas cotidianas. Todas esas máscaras que usamos de acuerdo al lugar, la oportunidad y la situación. Sea ya que estemos reprochando a nuestros hijos, oyendo las quejas de nuestros padres, discutiendo con compañeros de trabajo, pidiéndole un aumento al jefe o un favor a nuestro vecino, escribiendo un comentario en Facebook, bebiendo Dom Pérignon en un evento formal con diplomáticos o tomando una cerveza con los amigos del club. Para cada escenario, una máscara diferente.

Para traer a Lolita (o Dolores) a las tablas sólo hace falta una falda hecha de bolsas plásticas de basura, un bustier verde de Victoria Secret talla 36B, unos stilettos de charol negro de 15 centímetros. Aretes de broche, collar y pulsera de perlas y un anillo de vidrio completan el atuendo de la chicana extraviada, más un rebozo fucsia con motivos indígenas.

¿Pelo en pecho?¿Vello en piernas? Recortado. ¿Cabellos? Alborotados con gel y mesura.

Atravesar el umbral de la máscara del travesti implica hacer uso de cuánto artificio, prejuicio, generalización, lugar común o estereotipos tenemos de la mujer exagerada, llevando cada acción, parlamento o diálogo a su expresión más superlativa. ¿Fuentes de inspiración? Las telenovelas latinoamericanas, Lupita Ferrer y María Rubio, incluso hasta Verónica Castro--que me perdonen por mencionarlas. ¿Cómo moverse? Miss Universo o simplemente Naomi Campbell. ¿Actuar como que todo te apesta? Fácil. Retorno a mi juventud en Perú y recuerdo a cuanta vieja rancia y encopetada cruzó mi camino.

Para ser travesti, o pretender serlo, hay que tener cojones, aunque te estén sudando cubiertos por una falda de plástico durante la hora y cuarenta minutos en el escenario.

Sólo me quedan dos semanas más de temporada con este personaje desafiante. Luego me cortaré el cabello, crecerá la barba y el pelo en pecho, pero seguiré usando otras máscaras para navegar esta sociedad. Simple supervivencia.

Elio Leturia, periodista y diseñador gráfico peruano es profesor de periodismo en Columbia College Chicago y miembro de planta de Aguijón Theater.

Popular in the Community

Close

What's Hot