Bajo la lupa: proceso de fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos

Nuestro Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH) -nuestro, porque es de todos- atraviesa momentos difíciles, pues al parecer no bastan más de 60 años de lucha por la defensa regional de los derechos humanos, para que un grupo concentrado de países ponga en duda no sólo su legitimidad, también su trabajo y la necesidad de su existencia.
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LONDON, ENGLAND - OCTOBER 19: Protestors scuffle with police during a demonstration outside the Department for Communities and Local Government on October 19, 2012 in London, England. Protestors were expressing their support for the evictees of Dale Farm, a travellers site in Essex that was cleared a year ago by bailiffs and police after a long legal battle. (Photo by Matthew Lloyd/Getty Images)
LONDON, ENGLAND - OCTOBER 19: Protestors scuffle with police during a demonstration outside the Department for Communities and Local Government on October 19, 2012 in London, England. Protestors were expressing their support for the evictees of Dale Farm, a travellers site in Essex that was cleared a year ago by bailiffs and police after a long legal battle. (Photo by Matthew Lloyd/Getty Images)

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Nuestro Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH) -nuestro, porque es de todos- atraviesa momentos difíciles, pues al parecer no bastan más de 60 años de lucha por la defensa regional de los derechos humanos, para que un grupo concentrado de países ponga en duda no sólo su legitimidad, también su trabajo y la necesidad de su existencia.

Recordemos que el SIDH inició formalmente en la Novena Conferencia Internacional Americana de 1948 en la que se aprobó la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. En el marco de esta misma conferencia se adoptó la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA) que proclama los derechos fundamentales de la persona humana como uno de los principios en que se funda la propia organización.

Los órganos de protección de derechos humanos de la OEA, que constituyen el propio SIDH, son la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH). Estos órganos protectores encuentran justificación en la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) cuya entrada en vigor (1978) constituyó un paso fundamental en el fortalecimiento del SIDH pues reconoció una amplia gama de derechos e incrementó su efectividad.

Otros actores del SIDH son los propios Estados de las Américas; la OEA, que ha colocado como uno de sus principales fines institucionales la defensa de los derechos humanos; y, por supuesto, de la sociedad civil de nuestros países.

Tomando en cuenta lo anterior, debemos no sólo aludir sino también reconocer el notable nivel de desarrollo que ha adquirido el derecho internacional de los derechos humanos en la región. La envergadura e importancia que cobran los instrumentos internacionales en la materia, los informes, decisiones y resoluciones de los órganos antes referidos, han traído como resultado un notorio avance por el respeto, protección y promoción de los derechos humanos de los pueblos americanos y la búsqueda de una forma justa de reparación -incluyendo el señalamiento de los culpables- para las víctimas de violaciones de estos derechos. Esto, como es lógico, ha incomodado a los Estados responsables quienes deben dar cabal cumplimiento a las determinaciones emitidas en su contra.

Ahora, resulta que para justificar el incumplimiento de las obligaciones que surgen de los tratados internacionales en la materia o en las recomendaciones y sentencias emitidas por el SIDH, algunos de los Estados de la región comienzan a excusarse en el vacío argumento de la soberanía estatal absoluta y en una falsa concepción de la democracia.

Basta mencionar como ejemplo el caso de Venezuela, cuyo gobierno el pasado 6 de septiembre notificó a la OEA su decisión de denunciar la Convención Americana, lo cual en la práctica implica el retiro de Venezuela de la competencia contenciosa de la CoIDH y una limitación en la protección de los derechos frente a las violaciones del Estado.

Como en el ejemplo anterior, parece que los Estados que integran el "Bloque Bolivariano", se están olvidando de que esta excusa ya ha quedado superada desde hace mucho tiempo, pues basta recordar que es precisamente por conducto de un acto soberano que decidieron firmar, aprobar, ratificar o adherirse a los instrumentos que ahora tanto les incomodan. Así, jugar de forma utilitarista a firmar convenios y tratados cuando conviene a intereses del propio Estado, y denunciar convenciones cuando estas estorban a esos intereses, sólo habla de una inmadurez política y un olvido irresponsable de lo que es verdaderamente importante: la protección a los derechos inherentes a la persona humana.

En este escenario, el SIDH se encuentra inmerso en un proceso de reflexión para su fortalecimiento, que está siendo liderado por los propios Estados de la OEA y que se prevé concluirá en marzo de 2013. Se tiene claro que todo sistema es perfectible y por ello, celebro personalmente la iniciativa de estos órganos de trabajar por el refinamiento de sus mecanismos y formas de trabajo.

Por último, debemos tener bien claro que estos esfuerzos de mejora se dirigen a ratificar el compromiso de los Estados con el SIDH y con la vigencia de los derechos humanos, pues se teme que las decisiones que tomen los propios Estados durante este proceso de fortalecimiento, puedan terminar debilitando al propio sistema de peticiones individuales y de medidas cautelares, relegando así el trabajo de la Comisión al de un mero observador y promotor de derechos humanos.

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