Sexy night en el 'Design District'

Esa noche iba a salir con mi amiga Lara pero, ¡me canceló de último momento!... Dijo que su marido al final no se reuniría con sus amigos a jugar al póker y que no lo quería dejar solo. Él, que no puede apreciar ni una batata frita aunque si comerlas como un mono, no quiso venir a la noche de galerías. Por lo tanto, decidí no suspender la salida y me lo hice sola. Estoy acostumbrada a andar así. Antes éramos tres. Las tres de un lado al otro. Pero ellas ya encontraron con quien ver la película del domingo.
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cuento erótico

Esa noche iba a salir con mi amiga Lara pero, ¡me canceló de último momento!

Dijo que su marido al final no se reuniría con sus amigos a jugar al póker y que no lo quería dejar solo. Él, que no puede apreciar ni una batata frita aunque si comerlas como un mono, no quiso venir a la noche de galerías. Por lo tanto, decidí no suspender la salida y me lo hice sola. Estoy acostumbrada a andar así. Antes éramos tres. Las tres de un lado al otro. Pero ellas ya encontraron con quien ver la película del domingo.

Por suerte ese sábado salí conmigo misma. No estaba orgullosa, pero estaba animada. Estacioné en la 25 y la Dos. Fui temprano. Había lugar todavía. Un hermoso moreno me dijo que me iba a cuidar el auto. Pensé... "podrías cuidarme algo más"... Le sonreí sutilmente y seguí mi camino.

Estaba bien vestida. Elegante para ver obras de arte. Un vestido azul, ceñido al cuerpo. La tela era de esas que te sostiene la carne. Los glúteos estaban firmes. Mis pechos turgentes y amarrados. Tacones altos, pero no tanto. Había que caminar mucho para entrar de una sala a otra y la caminata de pato que me dan las plataformas muy altas podía arruinar el encanto de mi vestuario.

Entre a la primera galería. Tapetes, cuadros, tazas y hasta una pirámide de papel de toilette con la cara de la Monroe. Para turistas me dije, y salí a la calle. Le di un dólar a un monito que me chocó los cinco y seguí caminando. Pensé en que Marilyn había sido una mujer con suerte, de esas que tienen muchos hombres para elegir. No era mi caso.

En la siguiente galería había unos cuadros al oleo en blanco y negro, bellos y alegres. Pregunté el precio. Desde 350 me dijeron. Casi compro uno...pero no. En cambio compré unas quesadillas al paso y entre a otro salón. Había retratos. Fotos de mujeres, como yo, de mi edad, de esta ciudad y de otras. Las miraba, tenían algo especial.

Les hice muchas preguntas silenciosas mientras comía. Pensaba en su realidad. Trataba de descubrirlo en sus ojos. Y entonces una mano en mi cintura me hizo girar. "¿le gustan?", me dijo él. Estaba cerca, me invadió con su aliento a almendras y alcohol. Me quedé mirándolo...."Sí, me transmiten mucho" le dije nerviosa. Me había intimidado su cercanía. Me volví hacia el cuadro. Sentí como quitaba su mano de mi cintura y alejándose me dijo "qué bueno, siga disfrutando". Giré mi cabeza, pero ya no estaba. Se había escabullido entre el gentío.

Esa fue la primera vez que lo vi. Me impactó su voz, su energía, su mano en mi cuerpo y su olor a almendras. Fueron segundos. Era el fotógrafo de esas mujeres. Lo había imaginado. Busqué su nombre en 'glogló'. Sus imágenes en internet. Un hombre alto, doblándome la edad. Cautivante. Su cabello entre color marrón y blanco. Sus brazos fuertes. Sonrisa plena. Sexy, conquistador. Se las mandé a Lara y Yudeisy... Se reían. Pasados unos días me olvidé. Hasta que volvió a ser el segundo sábado del mes y otra vez había noche de galerías.

Quería hacer de cuenta que no me importaba. Pensé en no ir. Pero qué absurda me encontraba conmigo misma. Me alisté y fui. Sola otra vez. Pero esta vez porque quise. Perfumada y con un vestido negro que dejaba mi espalda al descubierto. Supongo que en mi fantasía más íntima quería que me tome de la cintura otra vez y sentir su piel en contacto la mía.

Visité cinco antes de entrar a la misma galería. Para que no piensen que lo había ido a ver directamente. Con mi mirada periférica lo busqué varios minutos... hasta que quedé parada frente a una fotografía. De verdad me quedé mirando a esa mujer...sus labios carnosos, ¡parecían recién besados! Y entonces la voz "Otra vez por aquí...."

¡Y el cuerpo se me aflojó!

Aparecieron las mariposas que hacía tanto que no volaban por mi estómago. Giré mi cabeza. "Sus fotos son bellísimas", dije. Me sonrió de costado y con la mano me invito a caminar. Lo seguí. Seguí su olor a almendras. Temblaba. No quería que él se dé cuenta.

Abrió una puerta que estaba en la parte de atrás de la sala. Entré. Había más cuadros, amontonados. Los alumbraba una luz tenue. El cerró la puerta detrás de mí. Sin vacilar, pasó su dedo por mi espalda descubierta. Su seguridad me agitó la respiración. Esa misma mano la puso en mi vientre y me acercó hacia él. Puso sus labios en mi oreja suavemente. Mientras su otra mano acariciaba mi pecho por debajo del vestido. Me dejé tocar. Me entregué. En definitiva era lo que había ido a buscar. La mano en mi vientre pasó a mi entrepierna y corrió mis pantis. Sus dedos comenzaron un juego de placer suave y húmedo. Sentía el calor de mi propio cuerpo. Y no hacían falta palabras. Sin darme cuenta, habíamos caminado hacia el centro de ese espacio. Puso mi mano en lugar de la suya. Me sentó en un banquito blanco y me dijo "sigue"...

Tomó su cámara y comenzó a disparar. Con cada flash yo jugaba un poco más. Y él seguía. Disparo tras disparo acompañando mis movimientos hasta que llegaron esos segundos de inconsciencia. Entonces, él dejó de disparar y yo me quedé sentada en el piso. Sin saber muy bien qué hacer. El me tomó de la mano. Me ayudó a levantar y me dijo: "Exquisita".

Me dio su tarjeta y me invitó a salir de la habitación con un ademán de su mano. Cuando volvimos a la galería, me saludó con un beso en mi mano pecaminosa y me guiñó el ojo. Me quedé ahí parada. No podía creer lo que había sucedido.

Nunca más volví al Desina District y tampoco lo llamé. Pienso, si algún día él me pedirá usar las fotos. O a quién se las mostrará. Pero no me importa. Soy sola, sí, pero soy audaz. Y en mi soledad me divierto. Además pienso:

"Vamos....que no cualquiera se anima a una a aventura como esta, y menos.... ¡A contarla!".

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