¿Qué nos queda a los mexicanos después de la elección presidencial?

En México se llevó a cabo hace unos días, una jornada electoral diferente, pese al sentimiento de un importante sector de la población con respecto a la presencia de manipulación a través de los medios de comunicación, irregularidades en el voto y el conteo de las boletas, el ánimo de los ciudadanos por acudir a las urnas a cumplir con el sufragio se percibió impetuoso como nunca antes.
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No existe gobierno alguno que sea capaz de generar cambios radicales a menos que éstos comiencen a gestarse en una sociedad inteligente y políticamente activa. La democracia no termina con las votaciones, sigue un arduo camino para lograr ser la nación que queremos, seamos dignos de merecerla.

En México se llevó a cabo hace unos días, una jornada electoral diferente, pese al sentimiento de un importante sector de la población con respecto a la presencia de manipulación a través de los medios de comunicación, irregularidades en el voto y el conteo de las boletas, el ánimo de los ciudadanos por acudir a las urnas a cumplir con el sufragio se percibió impetuoso como nunca antes.

Los jóvenes de México han dado una muestra contundente de que la unidad hacia un objetivo constituye una fuerza colectiva que puede generar cambios importantes en cualquier circunstancia.

Encaminémonos a reflexionar en ese sentido, en lo que significa sumarse a una causa, con el objetivo de alcanzar una meta.

Independientemente de las opiniones divididas derivadas del resultado final de la elección presidencial, que tiende a reconocer al Partido Revolucionario Institucional como triunfador de la contienda, los mexicanos debemos conservar el espíritu del cual dieron iniciativa los jóvenes de éste país: la unidad.

Asumir la realidad política actual implica un compromiso de amor y respeto por México, nuestro país ha comenzado a despertar, en la dinámica electoral todos fuimos testigos de que la gente ha adquirido una nueva conciencia, estamos dejando de ser un pueblo resignado y dócil para ser más reflexivos, analíticos y exigentes, cualidades que requerimos para crear el país que todos deseamos.

Comencemos por tener claro que no es un Presidente quien da forma y personalidad a una nación, el pueblo es realmente quien marca la pauta, en tanto el pueblo no se atestigüe como ente poderoso para expresar al gobierno cómo desea ser gobernado, será sometido como ha sucedido a través de muchos años, es parte de la ley universal, el fuerte se come al débil así como cada pueblo tiene el gobierno que merece.

Nuestro país se encuentra en un estado de emergencia en gran diversidad de temas, es imperativo progresar y no podemos volver al pasado ni continuar como estamos, pero todo progreso debe estar acorde con las leyes fundamentales y en equilibrio con la naturaleza.

Entendamos que no existe gobierno alguno que sea capaz de generar cambios radicales tan positivos a menos que éstos comiencen en el seno de una sociedad con valores firmes y actitud entusiasta.

Lo relevante de esta contienda electoral, es que se ha demostrado tener capacidad para conformar una fuerza colectiva positiva y pacífica, fortalezcámonos en ese sentido.

En adelante, seamos un pueblo que no permite la ignorancia, la pobreza, la injusticia, la corrupción, la intolerancia, la violencia, delincuencia y cualquier forma de negatividad y retroceso, seamos en lo individual ejemplo de rectitud y en lo colectivo considerados unos con otros, sumémonos a cualquier proyecto que se encamine al bien común o al bien de la mayoría.

Seamos capaces de sacrificarnos un poco por los demás y desprendámonos del pensamiento egoísta "No me interesa, no me afecta o no es mi problema", que se proyecta mediante la indiferencia en medio de la demanda justa de unos cuantos por alcanzar una meta.

En la medida que conformemos una sociedad más humana y fraternal, caminaremos juntos hacia una mejor condición de vida para todos y habremos de transformar a México en un país sólido y realmente democrático.

La democracia no termina con las votaciones, debemos trabajar arduamente cada día para lograr ser la sociedad que queremos y que sea ésta quien defina el rumbo del país, para ello debemos prepararnos, pues aún nos falta mucho por aprender sobre las reglas que determinan la conducta para una convivencia ordenada política y socialmente, sobre el respeto a la dignidad humana, a la libertad y a los derechos de todos.

La vida diaria nos ofrece oportunidades infinitas para poner en práctica nuestra civilidad y democracia, encaminemos la reciente espontaneidad de la unidad social en procurarnos cada día para ser mejores ciudadanos, tal como hemos comenzado a demostrarlo.

Actualmente la pobreza y la deficiente educación del país constituyen dos enormes obstáculos en nuestro camino hacia el progreso, a los políticos les conviene mantenernos en ese estado de letargo, es por ello que debemos celebrar que hoy México es distinto y lo que realmente importa es que cualquier personaje que porte la investidura de la Presidencia de la República Mexicana, se enfrenta a una realidad que le obligará a renovarse y a gobernar de acuerdo a la sociedad que hoy somos.

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