El célebre narcotraficante ha estado muerto por 20 años, pero su recuerdo parece estar más vivo que nunca en Colombia, donde muchos lo consideran un monstruo pero otros aún lo veneran como a un santo.
Y éste, el barrio de Medellín que reivindica orgulloso su nombre, es sin duda el sitio más obvio para empezar a tratar de entender la contradictoria relación que con su recuerdo mantienen los colombianos.
Lo de "monstruo" es facilmente comprensible: según los cálculos más conservadores, a lo largo de su carrera criminal Escobar fue responsable de al menos 4.000 asesinatos y libró una guerra sin cuartel en contra del Estado.
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