Durante la pasada Navidad, tuve que escuchar a muchas mujeres víctimas de la depresión romántica que florece y aumenta en esa temporada porque terminaron su relación sentimental. Sin ánimo de burlarme (yo también estuve ahí), les preguntaba y me sigo preguntando por qué las mujeres insistimos en recordar lo bueno (o inventar lo bueno) de las relaciones que terminan. Si hacemos eso, ¡claro que las vamos a anhelar, a idealizar y a extrañar! Tenemos que aprender a recordar todo lo negativo que vivimos, lo que no nos gustaba y tolerábamos a pesar de nuestras preferencias, y los sacrificios personales que hacíamos a diario, ¡solo por amor! Entonces sufriríamos menos y nos alegraríamos más de que la relación ¡se terminó!
Si la relación terminó o el marchante siguió marchando en dirección opuesta a la tuya, algo no andaba bien. En vez de deprimirte, piensa por qué deberías estar feliz de que la relación se acabó. Te ayudamos recordándote algunas razones.
- Ya no tienes que sonreír cuando te encuentras con las amistades de él o sus compañeros de trabajo que te caen mal.
- Ya su familia no te compromete ningún día del fin de semana ni de las vacaciones. Por lo tanto, además de estar libre, no tienes que drenarte usando tu diplomacia y escondiendo los hábitos que les incomodan. Si sus padres viven lejos, ya no les tienes que servir de guía turística en tu ciudad. Si viven en la ciudad, ya no tienes que acompañar a su madre en sus compras ni hacerle favores.
- Tu hogar vuelve a ser tuyo. Recoges cuando quieres, cocinas lo que quieres y si quieres, ves tu programa de televisión, recibes a quien quieres sin consultarle a nadie…¡se acabó la gimnasia del consenso!
- No necesitas trazar todo un plan de acción para dejar salir una ventosidad.
- Cuando llegues cansada y sin ganas de hablar, no necesitas ser cortés y preguntar cómo fue el día de nadie, ni escuchar las respuestas.
- No tienes que ser el extra de alguien en una fiesta de su oficina donde siempre te aburres.
- Ya no tienes que repetir el cuento sobre cómo se conocieron tu ex y tú. (Y evita repetir la historia de cómo se separaron.)
- Puedes bañarte y quedarte bajo la ducha todo el tiempo que quieras. Dicen que ahí es que le llegan a una las mejores ideas (no, volver con él, no).
- Puedes chuparte los dedos después que comas Doritos sin preocuparte por una audiencia horrorizada que te regañe.
- Si te quedas en un hotel, no tienes que compartir los chocolates que dejan sobre las almohadas. ¡Todos son solo tuyos! Ah, y te puedes comer todos los chocolates que quieras sin que te recuerden que puedes engordar.
- Lo que escribas en Facebook ya no va a aburrir a tus amigos.
- Taylor Swift y Adele compusieron sus mejores canciones después de finales amorosos. Es más, los grandes poetas y escritores del mundo produjeron sus mejores obras ante una decepción amorosa. A ver si te inspiras…
- No te vas a quedar en el baño en el peor momento, con un solo triste pedazo de papel de inodoro.
- La tapa del asiento del inodoro se va a quedar como tú la dejes y, sobre todo, el asiento y sus alrededores van a permanecer ¡limpios!
- Vas a poder enfocarte en tu trabajo sin distracciones. Probablemente consigas un aumento o una promoción.
- Puedes llegar tarde a tu casa y prender todas las luces…ya no tienes que desvestirte tropezando en la oscuridad.
- Vas a ahorrar dinero dejando de ir a la terapia de parejas.
- Se acabaron los regalos y los detalles para él. ¡Más dinero para ti!
- Ya no tienes que escuchar a nadie cortándose las uñas de las manos ni de los pies.
- No tendrás que responder a la pregunta: “¿A qué hora piensas llegar a casa?"
- No tienes que preguntarle a nadie “¿A qué hora piensas llegar a casa?” y entonces preocuparte o molestarte cuando no llega a la hora que dijo.
- Nadie te va a interrumpir para que le resumas las cuatro temporadas de tu serie favorita de televisión, cuando estás viendo el gran final. Tampoco nadie va a jugar con el control remoto cambiando de canales en medio de tu programa preferido.
- Puedes ir a los sitios que te gustan y asistir a tus actividades favoritas sin tener que negociar el cuándo con alguien a quien no le gustaban los mismos sitios ni las mismas actividades.
- Puedes levantar las manos cuando escuches preguntar “¡Todas las solteras…” y no sentirte como un fraude.
- Puedes caminar más rápido, ir a tu paso, o pararte en el camino todas las veces que quieras si nadie te está aguantando la mano.
- Ahora puedes realizar los planes que estaban detenidos por falta de consenso.
- Se acabó la gimnasia mental continua de: ¿Qué le está pasando?, ¿Cómo reaccionará a esto o a aquello?, ¿Le gusta o no le gusta?
- Si tienes una presencia imponente y una conversación impactante, ya no tienes que disimular para que alguien no se sienta menos. ¡Ahora puedes ser tú; el mundo es tuyo!